La
entrevista de trabajo, algunas ideas
Bien! por fin has conseguido que tus esfuerzos
de enviar cientos, tal vez miles de currículums, se vean recompensados: tienes una entrevista de trabajo.
No es un puesto importante, no ofrecen un
salario muy alto, no es quizás tu trabajo ideal, pero es la primera entrevista
de trabajo que consigues tras mucho tiempo en el paro y, por lo tanto, eso lo
convierte en ideal.
Puede que tengas experiencia suficiente como
para saber que debes dejar los nervios en casa, pero tienes motivos suficientes
también para estar nervioso. ¿Cómo afrontar la entrevista?, ¿cómo será el
lugar?, ¿cómo el entrevistador?, ¿qué preguntas me harán?, ¿cómo será la
empresa?
Bien, vayamos por partes. En primer lugar debes
tener en cuenta que en una primera ronda de entrevistas no es frecuente que te
hagan ningún tipo de examen exhaustivo de conocimientos sobre el puesto que
ofertan. Han visto tu currículum y te han llamado porque creen que podrías
encajar y eso, precisamente eso, es lo que pretenden averiguar en la entrevista
de trabajo. Para ello pueden utilizar diversos métodos, uno de los más comunes
es el test psicotécnico. Esta prueba
desvela características de nuestras capacidades que no son tan evidentes a
simple vista, ni tras una conversación ni tan siquiera tras un examen
exhaustivo de conocimientos. Relájate y no te atasques
más tiempo de la cuenta en ninguna pregunta, pues ninguna es tan importante
como el conjunto de todas ellas. Si tropiezas en alguna complicada, sáltala y
al final vuelve sobre ella. Si terminas antes del tiempo que te concedan para
realizar el test, no desperdicies ni un segundo, repasa nuevamente las
preguntas que más te hicieron dudar.
Otro método común es el test de personalidad. Es muy
importante responder a sus preguntas con naturalidad, ya que suelen contener
preguntas cruzadas que están diseñadas para detectar a los listillos que creen
saberlo todo, pero también a quienes tienen por primera reacción mentir o
matizar la respuesta en función del entorno o en función del puesto de trabajo
ofertado, esto es especialmente importante.
Por supuesto, el método más común para un
acercamiento a las capacidades del candidato es la propia conversación durante la entrevista.
Otra vez, naturalidad, deja los nervios en la entrada. Aunque la
sala de espera esté llena de candidatos, demuestra confianza en ti mismo, no
estás allí sentado por casualidad. No te infravalores ni de veas por encima de
los demás, nunca te va a faltar un aspecto en el que tu destaques por encima
del resto, aprovéchalo. Y no desperdicies el tiempo en intentar ubicar a los
demás candidatos en una hipotética tabla de clasificación de posibilidades. Eso
no te va a aportar nada.
Nunca, nunca hables de tu al entrevistador, incluso
cuando te lo diga abiertamente, incluso aunque sea más joven que tú, no lo
hagas. No te sientes a menos que te lo indiquen. Cuando lo hagas, no cruces ni
las piernas ni los brazos, ojo con el lenguaje corporal,
desvela de nosotros más cosas de las que, en ocasiones, quisiéramos. Piernas o
brazos cruzados suponen barreras entre el entrevistador y el candidato, y esto
es algo que no ayuda a entablar una conversación fluida, pero sobre todo es
algo que no suele escapar al subconsciente de ningún entrevistador. Mantén la
espalda recta y las manos sobre las piernas. Si no consigues que los nervios te
abandonen del todo, procura que se te note lo menos posible, ojo con los
movimientos nerviosos de piernas, no te ayudarán en nada.
No demuestres impaciencia, aunque muy probablemente la tengas, dómala. No hables a menos que
te pregunten o sea absolutamente imprescindible. Cuando lo hagas, cuida el
tono, ni muy alto ni muy bajo, tanto una cosa como otra están fuera de lugar;
elige bien las palabras. Si te piden que expliques algo, procura ser escueto y
concreto, pero evita los monosílabos, y no divagues, duda lo menos posible. No
dejes que el tiempo que llevas en paro deje poso en tus palabras o en tu
actitud, procura ser positivo aunque la vida no lo sea
contigo.
Es probable que, en estos tiempos de crisis, la
oferta sea para cubrir un puesto de trabajo que está por debajo
de tu historial académico o profesional. A nadie le va a
extrañar que, con seis millones de parados, una persona preparada y con
experiencia esté en paro; pero esto no evitará la siguiente pregunta: “Con su experiencia, ¿por qué opta usted a este
puesto?” La pregunta es inocente pero la respuesta puede ser
peligrosa. Una respuesta apropiada puede ser del estilo de: “Es un puesto en el
que, si la empresa lo necesita, puedo aportar más de lo que se espera, y además
es una buena oportunidad para incorporar nuevos conocimientos y experiencias a
mi currículum”. Es la empresa la que debe asumir desde ese mismo momento que,
si te contratan, tus conocimientos, tu experiencia y tus expectativas te pueden
llevar tarde o temprano a otro destino.
Una entrevista de trabajo puede ser muy
corta (malo) o muy larga (no necesariamente bueno). Recuerda que todo lo que digas en una entrevista de trabajo
podrá ser utilizado en tu contra, por lo que no debes hacer alarde de nada,
al menos no de forma demasiado evidente; no debes dar demasiados detalles sobre tus
experiencias anteriores a no ser que te lo pidan o
sea pertinente hacerlo; el entrevistador no espera que le resumas tu vida y
milagros en veinte minutos. En este sentido debes recordar que no eres la única
persona con la que se reunirá el entrevistador ese día, por lo que no tiene tiempo de charlar contigo. No exageres el nivel
de tus conocimientos porque en algún momento, tarde o temprano, los podrán a
prueba. Aunque sí puedes exagerar tus ganas de mejorar tu preparación…, si
estás dispuesto a esforzarte por mejorarla. Utiliza expresiones como contribuir,
aportar, ayudar, colaborar y otras similares…, aunque no debes excederte en su
uso si estás optando a un puesto en el que tú trabajo consistirá en retirar las patatas de la freidora antes de que
se quemen.
No peques de perfeccionista, puntilloso y adjetivos o actitudes semejantes,
nadie es perfecto y el entrevistador lo sabe. Puede que seas perfeccionista o
puntilloso, pero a veces la búsqueda de la perfección hace que un esfuerzo sea
imperfecto, y esto no es lo que buscan las empresas.
También es muy importante tener presente que, en una
entrevista de trabajo, las preguntas las suele hacer el entrevistador y no el
candidato. A menos que sea absolutamente imprescindible para tu comprensión del
puesto o por otro motivo tan importante como ese, no preguntes. Y, por supuesto,
si la oferta es de las de “salario a convenir”, no saques tú el tema, lo mejor
es que esperes a que lo haga el entrevistador. Ahora bien, si en el
transcurso de la entrevista no lo hace, es muy probable que sea
conscientemente, lo cual querrá decir, en la mayoría de los casos, que no tiene
previsto hablar del salario con alguien a quien no va a contratar. En una
circunstancia así, no tengas inconveniente en sacar el tema, remitiéndote a la
indefinición de la propia oferta, en este punto no tienes nada que perder.
Cuando salgas de la entrevista, ya has hecho tu trabajo, y sea cual sea tu
impresión y tu valoración de la misma, lo primero que deberías hacer es seguir
enviando currículums, no dejes descansar a tu cerebro, podría
acomodarse en expectativas demasiado optimistas.
Por último, una obviedad, no debes olvidar
que nunca hay una segunda oportunidad para dar una
primera buena impresión. Es decir, cuida tu aspecto. Cada
mínimo detalle cuenta, y cada mínimo detalle fuera de lugar brillará por encima
de los demás, y no pocas veces en perjuicio del candidato. Un ejemplo exagerado
me ayudará a explicarme. Si acudes a una entrevista para un puesto de reponedor en un supermercado,
lo más probable es que una corbata o un vestido elegante no te ayuden gran
cosa; pero si el puesto ofertado es, digamos, Jefe de Departamento X, la
corbata o el vestido parecen más apropiados que el calzado deportivo, unos
vaqueros y una camiseta.
Suerte en tu próxima entrevista de trabajo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario